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La ciudad mosaico y los huertos urbanos

  • Maria Alsina
  • 28 abr 2018
  • 3 Min. de lectura

Barcelona es uno de los sistemas urbanos más desarrollados en España. Esta ciudad concentra el 50% de la población catalana en tan solo un 3% de la proporción territorial. Aunque estas cifras sean muy elevadas, la cantidad de alimentos relacionado con la proporción de población es ínfima. Barcelona como ciudad solo tiene cantidad de alimentos suficiente para abastecerse durante 10 días en caso de crisis. En lo referente a energías y agua, la ciudad podría autoabastecerse, pero la situación con los alimentos es alarmante.

A parte de esto, los alimentos disponibles en una ciudad como Barcelona no son de quilómetro cero como afirman muchos supermercados de confianza. Por ejemplo, los tomates que supuestamente encontramos en el supermercado han recorrido más de mil quilómetros para acabar allí. Un 15 o 20% de esa producción de tomates que se transporta, se pierde antes de llegar al plato. Por eso, esos productos de quilómetro cero en realidad han recorrido más quilómetros de los que creemos.

Barcelona es una ciudad con 1.620.800 habitantes aproximadamente, según IDESCAT. Este sistema urbano se caracteriza por el uso de alimentos y energía en un sistema lineal. Es decir, la energía y los alimentos provienen de fuera de la ciudad y solo se consumen. En la charla de sostenibilidad urbana, el doctor en química, Joan Rieradevall, planteó la idea de crear sinergias en los sistemas urbanos. Ese conjunto de acciones se puede conseguir con la ciudad mosaico. La ciudad mosaico se basa en la integración de diversos espacios para que estos sean funcionales y a la vez sostenibles.

Barcelona des del Parc Güell / María Alsina.

La ciudad mosaico sería factible en Barcelona. La ciudad podría autoabastecerse de alimentos, energía y agua si se tuviera en cuenta un aspecto, el desuso de las cubiertas. Según el ayuntamiento de Barcelona el 67% de las cubiertas son planes y accesibles. Es decir, ideales para conrear, aprovechar la energía solar y el aprovechamiento del agua de lluvia. Aunque estas cubiertas presenten unas características óptimas para la autoproducción y el autoabastecimiento, según el profesor Rieradevall, solo un 10% de las cubiertas aprovecha esas ventajas.

Para intentar propulsar esos espacios en desuso, el ayuntamiento de Barcelona ha creado diversos programas para utilizar las cubiertas con fines más verdes. Uno de ellos es el “Terrats vius i cobertes verdes”. Es un programa creado por el ayuntamiento para activar terrazas y cubiertas en edificios existentes y de nueva planta para sacar el máximo rendimiento social, ambiental y energético. Este proyecto facilita ayudas económicas para la rehabilitación de la cubierta, ofrecer documentación y soporte técnico, entre otros.

Pero esta transición a lo verde no puede hacerse de golpe y de manera directa. El profesor Rieradevall afirma que la mayoría de población en Barcelona nunca ha cultivado nada. Por eso existen tiendas que facilitan los productos y dan consejos sobre los cultivos urbanos. Una de ellas es “Horturbà”. Esta página web facilita la transición hacia el cultivo urbano con libros y talleres para los iniciados en el conreo en la ciudad. Otra página importante es “La caja de semillas”. La función de esta web es mostrar y dar consejos de cultivo para huertos urbanos.

Aunque durante los últimos años se ha impulsado el conreo urbano y la ciudad mosaico en Barcelona queda mucho por hacer. Pero gracias a programas de rehabilitación de las cubiertas en Barcelona y las comunidades como “Horturbà” o “La caja de semillas” facilitan el acceso al mundo del cultivo urbano. El profesor Rieradevall es optimista y explica que en un futuro la ciudad de Barcelona va a adaptarse como ciudad mosaico. Y, además, que las cubiertas van a aprovecharse para el autoabastecimiento de las familias.

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